Ser intolerante a la lactosa, excepción o regla del ser humano

Intolerante a la lactosa - Nerea Arqueología

Al alcanzar la edad adulta, el ser humano era desde un comienzo intolerante a la lactosa. Sin embargo, hubo una mutación provocada por unos individuos que hizo que todo esto cambiara.

Tener tolerancia a la lactosa suele estar asociado a un “fallo” en el metabolismo humano. Esto se debe a que una gran cantidad de estos presentan intolerancia a este azúcar naturalmente presente en la leche y sus derivados, cada uno con diversos grados. Estamos hablando de que hasta un 75% de la población mundial presenta algún grado de intolerancia a la lactosa, aunque varía en función de la zona geográfica. En España, este porcentaje de intolerantes está comprendido entre el 20% y el 40%.

En el último trabajo publicado en Current Biology, se estima que el ser humano es tolerante a la lactosa desde al menos la Edad de Bronce, es decir, desde el año 1.200 a.C.

Por lo tanto, al contrario que los animales, quienes solo consumen leche durante la lactancia, el ser humano tiene la capacidad de digerir la leche.

La mutación europea

Resulta curioso que el consumo de leche sea tan popular en Europa y en América del Norte y, sin embargo, la mayor parte de la población mundial sea intolerante a la lactosa.

Esto es debido a que muchos de los seres humanos que tienen esta mutación genética que permite a la enzima lactasa digerir el azúcar lactosa habitan en estos países.

Recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad Stony Brook ha detectado pruebas de esta tolerancia a la lactosa en huesos con al menos 3.000 años de antigüedad. Para ser más concisos, estudiaron restos de una batalla producida a orillas del río Tollense, en Alemania, durante la Edad de Bronce. Aproximadamente, se ha calculado que 4.000 fueron los guerreros que formaron parte de esta lucha y que 1.000 de ellos perdieron la vida.

La misión del profesor Krishna Veeramah, quien se encargó de dirigir este grupo de investigadores, fue analizar la ascendencia genérica de los guerreros. Además, pretendía realizar comparaciones con los genes de otras poblaciones más antiguas y más modernas. Más tarde, tuvo lugar una comparación de la frecuencia del alelo persistente a la lactasa.

Los restos de una guerra

En primer lugar, el equipo general de investigadores, liderado por Joachim Burger, de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, llegó a la conclusión de que cuando se produjo esa batalla, los guerreros ya consumían productos lácteos. No obstante, tan solo 1 de cada 8 de los guerreros estudiados tenían la variante genética capaz de procesar la lactosa. Por lo que hablamos de un 12’5%.

Sin embargo, en la Edad Media, 2.000 años más tarde, los investigadores detectaron que el 60% de los individuos eran capaces de beber leche en la edad adulta. Por si fuera poco, este porcentaje se incrementaba al 70-90% en algunos países de Europa Central.

La comparación entre ambos estudios, demuestra que realmente existió un cambio en la tasa de individuos capaces de digerir la leche en Europa Central. Con otras palabras, el gen encargado de otorgar la capacidad para digerir la leche fue transferido de generación en generación de una forma muy rápida.

Relación entre no ser intolerante a la lactosa y la probabilidad de tener hijos

Estos mismos estudios demostraban que la capacidad para digerir la lactosa aumentaría un 6% la probabilidad de tener hijos en el pasado.

Se desconoce a qué se debe este fenómeno, aunque la hipótesis de Burger va orientada a que se trata de una bebida de alta energía y no contaminada. De esta forma, podría aumentar las posibilidades de supervivencia en el pasado. Impresiona, ¿verdad?

¿Te ha parecido interesante? Si es así, visita nuestro blog y… ¡lee los que más te atraigan! Deja que te cuente un secreto… ¡todos ellos están relacionados con la arqueología! ¡No te los puedes perder! 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *